jueves, 6 de enero de 2011

Una piedra arrojada a un estanque provoca ondas concéntricas que se ensanchan sobre su superficie, afectando su movimiento, con distinta intensidad, con diversos efectos, a la ninfa y a la caña, al barquito de papel y la balsa del pescador. Objetos que estaban cada uno por su lado, en su paz o en su sueño, son como reclamados a la vida, obligados a reaccionar, a entrar en relación entre sí.
Igualmente, una palabra, lanzada al azar en la
mente, produce ondas superficiales y profundas, provoca una serie infinita de reacciones en cadena, implicando en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños, en un movimiento que afecta a la experiencia y a la memoria, a la fantasía y al inconsciente, complicándolo el hecho de que la misma mente no asiste pasiva a la representación, sino que interviene continuamente, para aceptar y rechazar, ligar y censurar, construir y destruir.

Gramática de la fantasía, Gianni Rodari.

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