
copulativos
El parecer es constante. En mí, en tí, en él, en el de la esquina y en el del techo... todo el mundo lo practica sin querer. Y como es sin querer te/me... lo perdono. Aparece difuminado con polvo y en contradicción. Con sonrisa, con un pañuelito estampado, con la ceja levantada o con un tetrabrick de zumo.
El estar no es estar en la sala de estar. Es el presente y a la vez la sombra en el suelo de tu verticalidad. Es respirar, tocar, colgar los pies, mirar hacia arriba, coger... en natural. Cuando estamos, estamos en tiempo real, dejando el peso sobre la corriente del río.
El ser, es la aguja en el pajar. Verlo, tratarlo, hablarlo, acogerlo. Oro. Supongo que todos (porque todos somos alguien y nadie es nadie) lo guardamos y lo dejamos salir en conveniencia. Y se pasea a sus anchas por las calles, en la cama, en las conversaciones de cafés y cuando mira a los ojos.
(hace unos años que le voy dando vueltas a ésto. Y empiezo a entender porqué el ser, estar y parecer necesitan acompañante para explicar contenido.)
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