Entonces, tus brazos surgieron por detrás y por la nuca me cogieron. ¡Adiós!
jueves, 28 de enero de 2010
Si te he de escribir ahora mismo se me envuelve la cabeza con terciopelo en blanco. Sale de la escena, sólo dura un minuto y poco más y enseguida se dibuja una silla. Una silla dónde me pude sentar durante unos días. Realmente me sentí cómoda y bien acogida. Tenía un acolchado a cuadros o azul marino, iba cambiando según el día. La silla fue sustituida por un taburete que a penas se sostenía de pie. Le bailaban las patas y la madera estaba como humedecida. Intenté subir de puntas en él y pobre de mí que casi me caigo. Al rato, el taburete había desaparecido y no tuve más remedio que sentarme encima de tu cabeza, sin más. Ahí es cuando me vistes en verdad. Inseguridades i irregularidades por mis cercanías y sobretodo dentro de mí.
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